
En un lejano país existió hace muchos años una oveja negra.
Fue fusilada.
Un siglo después, el rebaño arrepentido le levantó una estatua ecuestre que quedó muy bien en el parque.
Así, en lo sucesivo, cada vez que aparecían ovejas negras eran rápidamente pasadas por las armas para que las futuras generaciones de ovejas comunes y corrientes pudieran ejercitarse también en la escultura.
Però passa com amb els Petit Suisse: ja poden alimentar com un bistec, que amb un no en fas prou… Si coneixeu el conte El dinosaurio, trobareu interessant aquest article de Lauro Zavala: Diez razones para olvidar “El dinosaurio” de Monterroso.