Hi ha realitats que probablement no es puguin conèixer de veritat si no es viuen. Per exemple, no crec que la maternitat es pugui explicar amb paraules i, si es pogués, no crec que els homes l’entenguéssim del tot. Però no s’ha de menystenir el poder d’aquells manobres artistes, que saben triar i col·locar els mots amb encert, tot construint textos que ens atalaien molt amunt. Si hagués d’elegir una bona descripció de la maternitat, ara escolliria aquesta que he llegit l’últim estiu. Incompleta, imperfecta, però amb tanta veritat inagafable com un reflex a l’aigua tremolosa.
Jamás había visto con tanta claridad como esta noche lo que el destino había exigido de ella y lo que le había entregado con sus hijos. La alegría que le proporcionaban vivificaba incesantemente las pulsaciones de su corazón, como las angustias sufridas por ellos lo habían destrozado. Aquellos muchachotes de cuerpos delgados y angulosos eran sus hijos, igual que lo habían sido cuando eran pequeños y gordezuelos (…). Eran tan suyos como en la época en que los levantaba de la cuna para darles el pecho y tenía que sostenerles la cabeza, que colgaba sobre su cuello frágil como una campanilla azul cuelga de su tallo. ¿Qué sería de ellos en este mundo?, ¿adónde irían, olvidándose de su madre? Le parecía que la vida de sus hijos sería para ella como un desarrollo de su propia vida; serían un solo ser con ella, como lo habían sido cuando, sola en la tierra, tenía conciencia de la nueva vida disimulada en ella, que bebía su sangre y a la que debía la palidez de sus mejillas. Siempre había sentido la angustia que consume y que baña de sudor, cuando notaba que de nuevo se acercaba la hora en que iba a ser tragada por la gran ola del alumbramiento, hasta el momento en que subiría otra vez a la superficie con su nuevo hijo en los brazos, mucho más rica, mucho más fuerte y valerosa a cada hijo. Todo ello lo comprendía esta noche por primera vez.
(Sigrid Undset, Cristina, hija de Lavrans, Encuentro 1997).